miércoles, 13 de enero de 2010

Capítulo VIII

Llevo un rato sentada leyendo y releyendo las historias que supuestamente escribí ayer noche. La dosis de cafeína y nicotina que ingerí e inhale hace un rato me dieron la confianza suficiente para atreverme a hacerlo, realmente no sabía con lo que me iba a encontrar. Recreo imágenes de mi misma escribiendo sin parar, recuerdo las teclas, la pantalla, soy conciente del como pero no del que. El estilo es el mío pero leo las historias como si fuera la primera vez que lo hiciera preguntándome a cada rato “¿esto lo he escrito yo?”. Hay veces que uno está tan metido en una historia que al segundo siguiente de haber escrito una frase piensa que conscientemente no podría volver a hacerlo, pero esto es diferente, no es una frase, ni un párrafo, es todo. Identifico los personajes, obviamente están basados en gente que conozco, está Harry, mi madre, Henry, no con sus nombres ni con sus caras pero de alguna manera son ellos, leo también acerca de otro personaje que en un principio no reconozco, alguien torturado y oscuro, normalmente aparece con forma de mujer, otras veces es una especie de animal salvaje capaz de arrancarte la piel de un mordisco, la existencia de este personaje es únicamente para crear caos, es pura violencia, venganza, no tiene móvil ni razón para ser así, simplemente es, me horrorizo cuando me doy cuenta que está basado en mi, es todas las cosas que nunca me atrevía a ser, toda la rabia que nunca me atreví a demostrar, lo odio y me encanta a la vez, soy capaz de justificar todas sus malas acciones, claro que, estamos hablando de alguien que no existe. Me recuesto en el respaldo de mi silla y disfruto de una especie de satisfacción, aún existe una cierta frustración al pensar en el hecho de haber mandado todo este material sin haber sido consciente, sin embargo el ego se abre paso y me esboza una amplia sonrisa en la cara al tiempo que mi voz corona este momento con la frase “todo marcha”.
Capítulo VII

Empiezo a ser consciente de mi misma y me encuentro lidiando por salir de una especie de trance, de sueño profundo que me apalanca a la cama. Consigo abrir los ojos, la habitación está en calma, un color tostado en las paredes me anuncia el medio día. La lucha interna continua y trato de sacar a mi cuerpo de una sensación de “bajo el agua”, el sonido del teléfono me ayuda a salir a flote, es Harry, lo cojo casi por inercia sin saber todavía si podré mediar palabra, me cuesta un buen rato entender de lo que me está hablando.

- “Harry, espera, ummm, mas despacio, ni siquiera me he tomado un café, todavía sigo en la cama, joder no me acuerdo ni de como llegué aquí, debí haber estado horas escribiendo.”

- “Ah, mi Amy, sabía que podía confiar en ti, ya empezaba a pensar que había sido una mala idea el dejarte ahí sola, pero esta mañana cuando recibí el mail con las historias, que alivio, y mas cuando he empezado a leerlas, es de lo mejor que has escrito, francamente, creo que esto es lo tuyo.”

- “Pero Harry, no recuerdo haberte mandado nada… no, estoy segura de que no lo hice. Estuve escribiendo hasta las tantas y me fui a dormir, no se en que momento pude… como no te lo enviara sonámbula, mierda.”- Empiezo a ponerme un poco nerviosa, salgo por fin de aquella cama que me tenía atrapada y me doy cuenta que ni siquiera me desvestí para acostarme.

- “Oye, me da igual como me mandes los relatos mientras lo sigas haciendo, ahora solo falta que nos den el visto bueno y ver si no mentían en lo del dinero. Tal vez te haga una visita en un par de días a ver si te falta algo, no quiero que te distraigas con nada, tu quédate ahí el tiempo que necesites y no pares de escribir, joder, si esto sale bien… un momento, si, ahora mismo, te dejo que no se que mierdas pasa con la impresora, ¡dale caña que nos vamos a forrar!”

- “Entonces, ¿les has enviado los relatos a la productora?, ni siquiera me dio tiempo a revisarlos, ¿Harry?, ¿estas ahí?”

No me había dado cuenta en que momento me colgó, estaba absorta revisando el correo electrónico y comprobando que efectivamente las historias fueron enviadas, una sensación de impotencia que me empieza en los ojos y me termina en el estómago haciéndolo rugir me recuerda que es demasiado temprano para todo esto, mas si todavía no me he tomado ni un café para poder digerirlo.

viernes, 27 de marzo de 2009

Relatos de miedo por capítulos: "El Encargo"

Capítulo VI

Observo mis piernas desdibujadas bajo el agua, hago un recorrido por ellas hasta llegar a los dedos que sobresalen y se mueven como saludando, saco el aire por la nariz a modo de risa desganada. Debo llevar como una hora en la bañera o por lo menos eso dicen mis manos que están arrugadas como si fueran las de una vieja, me da igual, no pienso moverme de aquí aunque el agua se haya quedado ya helada. Por la pequeña ventana de la pared que esta justo a mi derecha entra la luz de un sol apagado de mediodía, mi mirada se ha desviado hacia allí catatónica, es precioso, todo es precioso en esta casa, me he tirado todo el día sin dirigirme la palabra en una especie de estado de shock disfrutando de cada rincón de esta estancia, supongo que en un intento de contrarrestar lo de ayer noche, procurando no acordarme demasiado, cada vez que mi mente me juega una mala pasada y repite alguna de las frases de aquella pesadilla o me coloca la imagen de esa señora que parecía ser mi madre me concentro en algún detalle de esta casa, en el baúl que hay en la habitación donde duermo, al que le da la luz haciendo que el color de la madera resalte y el barniz brilla espléndido, y la descripción de todo aquello se abre paso en mi mente desbancando las imágenes y sonidos de la pesadilla. En el porche de la casa, café en mano y cigarro en la otra, lloro, ahora si que no me importa recordar, es mas, me regodeo en ello, realizo de nuevo el ejercicio de victimismo pero esta vez con un nuevo sentimiento, estoy acojonada. He tenido millones de pesadillas antes que esta pero en ninguna me dio por echar a andar por toda la casa, fue tan real, y mi madre, bueno, ella ha salido en mas de un mal sueño pero su cara, sus palabras, era como si hubiera muerto y su fantasma se me apareciera para recordarme todo lo que hago mal y ahora no puedo evitar sentirme… aterrada, joder, maravillosamente muerta de miedo, no había caído, trataba de sentir eso mismo pero de la manera equivocada, a mi nunca me asustaron los espíritus o los fenómenos paranormales, a mi me da pavor la vida, el que las cosas se salgan de mi control, prometer y no poder cumplir, y ahora puedo ponerme a escribir basándome en ese miedo, bendita sea mi mente y sus malas pasadas. Salgo zumbando hacia mi portátil para ponerme al lió, sigue encendido desde ayer, ni siquiera me había atrevido a acercarme. Me siento delante con los dedos en las teclas, no me había fijado pero se ve que además de encender el ordenador titulé la página, “el reflejo” corona la hoja en blanco, me sudan las manos, está anocheciendo y la luz se va degradando haciendo que la pantalla sea lo único que hay en la sala, necesito una copa. Reúno los aperos necesarios para un cubata rápidamente en la cocina, ni siquiera me preocupo en encender las luces. Dispuesta ya a volver al escritorio cuando de repente una imagen me arranca una exhalación haciendo que mi mano pierda la sensibilidad y que el vaso se estrelle contra el suelo. Justo delante de mi hay una ventana, al lado de la mesa del ordenador, y detrás de esa ventana una silueta, alguien me mira con unos ojos huecos, alguien que se mueve lo que le deja el viento, como un árbol, como lo que realmente es, el pavor deja paso a la explicación, una serie de coincidencias que se juntan para crear una imagen, aquel árbol, mi reflejo en la ventana, las luces apagadas, el destello del mac, mi cuerpo se destensa poco a poco pero sin quitarle el ojo a aquel reflejo que se mueve al tiempo que yo, y el reflejo me mira con aquellos ojos vacíos conociéndome, si no fuera por que en mi cabeza empiezan a acumularse las primeras frases del relato me hubiera quedado allí para vigilar a aquella imagen que ahora hago desaparecer cuando enciendo las luces. Tengo que relajarme para controlar el pulso pues mis manos van casi solas galopando sobre las letras, aquello dura horas hasta que el cansancio puede conmigo y me rindo a mi cama.

martes, 17 de marzo de 2009

Relatos de miedo por capítulos: "El Encargo"


Capítulo V

Existe un espacio de tiempo que se me escapa de estar acostada en la cama profundamente dormida a caminar, como ahora me encuentro, por el pasillo del piso superior de la casa. Sumida en una especie de semiinconsciencia, bajo las escaleras casi como flotando, realmente no se si estoy dormida o despierta. Tengo la sensación de tener los ojos cerrados e ir soñando lo que va pasando. Una vez abajo, en el salón, tengo la necesidad de encender mi portátil, claro, estoy tan obsesionada con este trabajo que aún durmiendo no puedo dejar de intentar escribir. Creo que en este momento empiezo a recuperar la conciencia, y duele. La cabeza emite un pitido que me levanta una jaqueca terrible y mi estómago empieza a descomponerse en busca de la arcada. Apunto de caerme al suelo una voz me saca de mi estado, “Amy” repetidas veces cada vez mas fuerte. Y dentro de mi ensoñación parece lógico que esa sea la voz de mi madre que se me aparece saliendo de entre las sombras en camisón. Su aspecto está más envejecido y el gesto de su cara solloza mientras me habla.

- “¿Por qué Amy? ¿No te das cuenta? Estas a punto de perder”.

- “¿De perder qué, mama?.

- “Además, las sabanas están sin planchar”.

- “¿Qué?, mama, ¿qué haces aquí?”.

- “Luego no digas que no te lo advertí, te tengo tanto cariño”.

- “Mama, duerme conmigo esta noche, no quiero dormir sola, como cuando era pequeña”.

- “Tu no has sido pequeña nunca, ¡no has sido pequeña nunca!”.

Esto último me grita en la cabeza, intento llevarme las manos a los oídos pero me doy cuenta que no puedo moverme. Inicio una lucha titánica por despegarme del sitio mientras mi madre vuelve a las sombras moviendo la cabeza de un lado a otro, quisiera gritarla para que no lo hiciera pero tampoco puedo hablar. El pitido vuelve con más fuerza y justo cuando creo que me voy a volver loca empiezo a ver el techo sobre mi y a sentir la cama bajo mi espalda. De pronto un silencio casi vergonzoso salvo algún que otro grillo protagoniza la sala, y solo yo empapada en sudor, y el alivio de la conciencia de haber salido de una pesadilla. El que me encuentre mi portátil encendido cuando me levanto al día siguiente es un hecho al que no pienso darle importancia.
Relatos de miedo por capítulos: "El Encargo"


Capítulo IV

Una mas y lo dejo, ¿cuántas llevo ya?, madre mía, han pasado 6 horas, definitivamente me encuentro empachada. Ya está anocheciendo y la única luz en la casa es la de mi portátil. Me froto los ojos en un esfuerzo de aliviarles de todo el desgaste mezcla del humo resultante de dos cajetillas de tabaco y el destello artificial de la pantalla del mac. Me sirvo otra copilla, es hora de relajarse, el ejercicio ha terminado. Al principio me costó bastante centrarme, no paraba de tomar notas de todo lo que veía, pero la teoría es fácil, no necesito saber como escribir si no como llegar a sentir para escribir, me dejé llevar entonces, el problema es que dentro del genero se hayan millones de ellos, algunas resultaban bastante desagradables, “gore” que le llaman, otras eran hasta graciosas, o por lo menos pretendían serlo, en otras había tanto niñato que no sabías si horrorizarte por el susto en cuestión o por como es posible que esa quinceañera tenga tremendas tetas, aunque he de reconocer que no todo ha sido malo, había alguna bastante buena, pero lo único que consiguieron de mi fue admiración, nada de pulso acelerado, ni pupilas dilatadas, ni el sentido del oído mas agudizado por el temor a que el monstruo del armario venga a hacerme una visita, nada de miedo. Decido que ya está bien por hoy, el hecho de no sentir me agobia bastante, prefiero parar antes de empezar a pensar que estoy muerta por dentro, no puedo permitirme el lujo de frustrarme.
Es lo bueno que tiene retirarse a una casa en medio del campo, decides tomarte un descanso y la alternativa no es bajarte al bar de siempre donde el mismo borracho decadente te vomita las mismas historias sobre su etílica vida, o quedarme en casa, mi flamante apartamento de 2x2, a mirar el patio de vecinos al que da mi ventana mientras se escuchan una tras otra las sirenas de ambulancias y coches patrulla, si, es un interior pero tiene todos los inconvenientes de un piso exterior. Y en vez de todo eso me encuentro sentada en este porche, en una sillita encantadora apoyando mi copa en una mesa a juego igual de encantadora, respirando aire puro y deleitándome la vista con todo este paisaje que se reverencia ante mi, y pienso que no me importaría nada quedarme aquí, pasar de todo lo que tengo en la ciudad, que es prácticamente nada, y venirme junto a esta puesta de sol que se despide mientras unos tímidos pájaros le hacen los coros, no creo que pudiera existir nada que perturbe este momento, excepto…!joder! el móvil, pensaba que aquí no habría cobertura, y para colmo es mi madre, si no se lo cojo se volverá loca y llamará a Harry y el me llamará a mi hecho una fiera, no soporta que le haga sufrir, y entonces yo me volveré loca y esté retiro espiritual no servirá de una mierda, joder.

- “Hola mama” – me he bebido la copa de un trago antes de contestar.

- “Amy cariño, ¿se puede saber donde te has metido?” – ahora parece encantadora pero puede volverte loca, lo juro.

- “Mama, te dije que iba a estar fuera de la ciudad un par de meses, ¿te acuerdas que te hable de un trabajo serio, de la casa en el campo de Harry, que te alegraste un montón, que te pusiste a llorar como siempre…?, ¿Realmente no te acuerdas?” – mi madre tiene una memoria selectiva para algunas cosas, sobre todo para las mías.

- “Si hija, si que me acuerdo, lo que no sabía es que te irías tan pronto y menos sin despedirte de tu madre, que cuentas con todo el mundo menos conmigo, tu escondes algo, claro, así no te despides tu, sabes que con mirarte a los ojos me doy cuenta de cualquier cosa que te pase y ahora no se en que condiciones te has ido para allá, ¿estás sola o te has ido con alguien?, ay, te has ido con Henry, lo sabia, siempre me pareció buen chico, nunca debiste dejarle, te hacía tanto bien, un hombre normal, con un trabajo estable y una casa”- no se si colgar o tirar el móvil por el retrete, así sin descolgar.

- “No mama, Henry no ha venido conmigo, sabes que tiene su propia vida, además se ha echado novia y es muy feliz, solo somos amigos” – cuantas veces le voy a tener que repetir lo mismo.

- “¡Ay!, te has ido con ese otro, ese… ¿Cómo se llamaba ese chico?, nunca me acuerdo, de lo que si que me acuerdo es de los líos en los que te metía, era un delincuente y lo seguirá siendo y lo sabes, por eso nunca me lo presentaste, sabias que le miraría a los ojos y vería lo que tu no te atrevías a ver”. – lo que ella no sabe es que se refiere a Henry, su querido Henry, al final de nuestra relación las cosas se desmadraron un poco y empezamos a beber demasiado, armábamos unas juergas tremendas, mas de una vez terminamos en comisaría, nunca le dije a mama quien era, sabía lo mucho que le apreciaba y no quería que sufriera, para que luego diga que soy una desagradecida.

- “¡No mama!, por dios, dame un respiro, he venido sola ¿vale? Te lo dije por teléfono, te dije que Harry me había dejado la casa del lago y que me iba sola para escribir y alejarme de la ciudad que me está volviendo loca, eso es lo que necesito, un poco de paz, joder. Estoy haciendo las cosas bien por una vez en mi vida y vas tu y me sueltas toda esa mierda…” - vale, me acabo de pasar, ahora se pone a llorar, este tipo de cosas es justo lo que no necesito – “mama, lo siento, no llores vale, me he puesto un poco nerviosa eso es todo.”

- “Hija, por dios, ¿cómo puedes decir eso?, lo menos que quiero yo en este mundo es agobiarte, pero lo quieras o no soy tu madre y si no se de ti no me quedo tranquila, se que cuando hablamos no te cuento mas que problemas pero hazme saber de ti, por lo menos de vez en cuando, con todas esas chicas que las violan y las matan, me preocupo Amy, no te imaginas cuando me pongo a pensar si…”

- “Ay mama, no seas tremendista, estoy bien ¿vale?, de echo estoy mejor que nunca, aquí se está de lujo, me paso todo el día escribiendo y paseando por el campo” – miento a mi madre y es casi como si me mintiera a mi misma.

- “Como me alegra oír que estas ilusionada, te va a venir tan bien estar un tiempo fuera de la ciudad. Hay que ver Harry como se ha portado de bien, yo le aprecio mucho, por todo lo que ha hecho por ti”. – Ala, ya esta, todo el mundo contento.

- “Si, Harry siempre se porta bien, oye mama, en un par de semanas puede que baje a la ciudad, cuando lo haga te aviso y nos vemos ¿vale?”.

- “Me gustaría mucho verte y que me cuentes como es aquello, te prepararé un guiso de esos que te gustan que a saber como estas comiendo tu ahora que estas ahí alejada de todo”.

- “Pues como siempre, sabes que yo me cuido, no te preocupes, oye, te voy a ir dejando que quiero seguir escribiendo”.

- “Si, si, no quiero hacerte perder mas tiempo. Llámame mas a menudo anda, aunque sea para saber que sigues viva y cuídate ¿vale?, y no bebas mucho que nos conocemos, un beso hija”.

- “Un beso mama”.

- “¿Amy?”.

- “Queee”.

- “Sabes que te quiero”.

- “Si mama, ya lo se, yo también te quiero, adiós”.

- “Adiós hija”.


Siempre me quedo con esta sensación de culpa después de hablar con mi madre, en el fondo la entiendo, la única hija que tiene y no le ha dado mas que problemas, por eso es tan importante que me centre en esto, de alguna manera tengo que demostrar que solo he tenido un poco de mala suerte, se que en cuanto las cosas empiecen a ir bien y esté satisfecha con lo que hago se pasará la ansiedad y entonces ya no tendré que beber tanto para encontrarme bien conmigo misma y con el mundo y entonces, todos felices.

martes, 17 de febrero de 2009

Relatos de miedo por capítulos: "El Encargo"
(para Román, por fan)

Capítulo III

A eso de la 13:00 me da por abrir los ojos, mi cuerpo y mi mente siguen pegados a las sábanas, creo que hacía tiempo que no dormía tan bien. Por supuesto ayer no escribí nada, pero no pienso sentirme culpable, digamos que fue un día para ponerme a punto. Cotillee todos los rincones de la casa, nada interesante, decidí colocar todos los utensilios de trabajo en el salón, en él hay un escritorio debajo de una ventana desde donde se ve todo el paisaje y por donde entra una luz tranquilizadora, eso me ayudará, además, el mueble bar está mas cerca. Guardé el resto de mis cosas en el dormitorio principal donde ahora me despierto, me costó un millón de estornudos quitarle el polvo a esta casa, me serví otra copa y si que es verdad que hice un intento. Encendí el ordenador y solo pude escribir “Capítulo I”, este trabajo me va a costar mas de lo que yo pensaba, desistí rabiosa, llevo varios años redactando todo tipo de encargos que nada tienen que ver conmigo y ahora que dispongo de cierta libertad creativa no soy capaz ni de escribir una frase. Aquello terminó con una borrachera terrible y empieza hoy con una resaca suave.
Ya en la cocina me preparo un café mientras pienso que es increíble la rapidez con la que me he aclimatado al medio. Debería sentirme extraña o incómoda al no encontrarme en casa, si, me digo, es increíble que no eches de menos el agujero de ratas donde vives, este pensamiento me arranca una carcajada y me deja un suave dolor en el pecho, ya me conozco esa sensación, es lo que tiene la resaca, siempre termino deprimida a la mañana siguiente. Intento frenar el imparable proceso victimista que consiste básicamente en compadecerme de mi misma replanteándome una y otra vez que es lo que estoy haciendo con mi vida. Miro a través de la ventana de la cocina el maravilloso paisaje que me rodea y ya solo falta la banda sonora lastimera para acompañar la voz en off que describe como una mujer de 30 años soltera y aún sin descendencia lucha por no terminar como su madre, sola y amargada. “Si, pero por lo menos ella tiene una hija”, ah, perfecto, señoras y señores con ustedes mi voz interior, una especie de pepito grillo que aparece en los momentos mas oportunos, “¿y qué quieres que yo le haga?, venga, ¿no iras en serio?, por que el rollito de cómo la vida puede ser así de injusta conmigo ya me lo conozco, creía que lo habías superado hace tiempo”, básicamente se dedica a eso, yo me deprimo y ella me recuerda que todo es culpa mía, “ No, que va, si te lo has montado muy bien, pregúntale a tu hígado a ver que se cuenta”, ey, me digo, déjalo ya, no voy a hacer el numerito de siempre, no voy a compadecerme de mi misma ni me voy a dar caña hasta que no pueda mas, voy a prepararme otro café cuando me termine el que me estoy tomando y a sentarme en ese escritorio para no parar de escribir, así que los lloriqueos de quinceañera y los sarcasmos de tres al cuarto ya se pueden ir dando una vuelta, no acabo de pensar esto casi a voz en grito cuando por el rabillo del ojo intuyo lo que parece ser una persona paseando por el jardín. Lo que mi retina retiene en un primer momento es la imagen de una mujer ataviada con un largo vestido blanco andando casi como si flotara y, antes de que pudiera fijarme bien y entendiera que se trataba de las sábanas que tendí ayer, un fuerte golpe me hace volver la cabeza al tiempo que suelto un “hostias, que susto”, el bote del café que estaba en la despensa y que yo juraría había colocado bien se encuentra abierto con todo su contenido desparramado en el suelo, una risa nerviosa sale de mi boca y me digo que esto es bueno, se crea a mi alrededor una atmósfera bastante terrorífica, yo, sola en medio de toda esta nada, prácticamente aislada y todos mis fantasmas asomando las narices, genial, es justo lo que necesito para crear ambiente, aunque sé que me enfriaré al llegar al portátil así que es momento de sacar la artillería pesada y tirar de referencias, mi amigo Isaac, gran admirador de toda mi persona, en un intento de ganarse puntos, me prestó toda su colección de películas y libros sobre el género, “si quieres aprender, hazlo de los grandes”, pobre, me enternece la manera con la que se entrega haciéndome ver que estaría dispuesto a todo con tal de que le quisiera, pero no es mi tipo, no si no tiene un IMPOSIBLE escrito en la frente. Me dispongo a adentrarme en el mundo del terror de la mano de los maestros.

viernes, 23 de enero de 2009

Relatos de miedo por capítulos: "El Encargo"


Capítulo II


La casa del lago sigue igual de cómo yo la recordaba, una casita de madera rodeada de árboles con el lago en frente, como si la hubieran sacado de una novela, como cuando el escritor de éxito se retira allá a escribir por que se ha quedado en blanco y le empiezan a pasar cosas raras, inspirador. Mi amigo Henry, amante de hace tiempo, me deja con su coche en la puerta, descargamos las maletas y el portátil, mi joya mas preciada, y me dispongo a abrir la puerta con las llaves que Harry me ha dado, la cerradura esta oxidada, lo que en principio fue un nidito de amor se ha convertido en un lugar apartado y olvidado, como su matrimonio. Finalmente conseguimos abrir, los haces de luz que entran por la ventana dejan ver todo el polvo que se ha acumulado durante años, todo el mobiliario está cubierto por sábanas.

- “Ideal para escribir historias de terror” – Henry habla por decir algo, yo le sonrío y dejo las maletas en el suelo.

- “Voy a ver si hay algo de alcohol en la despensa” – esa casa puede llevar años cerrada pero apostaría lo que fuera a que el mueble bar está lleno.

- “Veo que no has dejado tus malos hábitos” – Ahora le ha dado por sermonearme, el dirá lo que quiera pero cuando estaba conmigo no había quien le siguiera la juerga.

- “¿Me vas a hablar tu a mi de hábitos?, además, es solo una copa para aclimatarme al nuevo entorno, voy a pasar aquí mucho tiempo, tengo que sentirme como en casa” – Por fin encuentro lo que buscaba, bourbon nada mas y nada menos, este Harry a veces hace las cosas bien.

- “Si bueno, lo que tú digas. Escucha, me voy, ya se me ha hecho tarde y mañana me toca madrugar”.

- “¿Qué dices?, ¿no me aceptas ni una copa?” – Se que va a decirme que no, ya se conoce el rollo, primero una copa, después otra y nos terminamos liando, a la mañana siguiente nos arrepentimos los dos y no nos hablamos en meses, el prefiere seguir hablándose conmigo, a mi la verdad es que un par de meses de silencio me compensan si echamos un polvo.

- “Sabes que no, además, a Laura no le ha hecho mucha gracia el que te trajera hasta aquí, si tardo mas de la cuenta me busco una bronca”. – Oh claro, Laura. Es su nueva novia, una tipa obsesiva y muy celosa, últimamente se las busca así, aunque parece que con esta la cosa va en serio, hasta están pensando en vivir juntos, conmigo nunca se le hubiera ocurrido.

- “Allá tu. La verdad es que es mejor así, ya me están dando ganas de ponerme a escribir, tengo que aprovechar estos momentos de inspiración” – Siempre se me ha dado muy bien mentir pero nunca he podido retener a un hombre cuando lo he necesitado.

- “Me parece muy bien, a ver si con este encargo te pones a escribir en serio y consigues un trabajo de verdad” – sermones otra vez – “Por cierto, ¿como llevas lo de tener que escribir historias de terror?, que yo sepa a ti nunca te gustaron esas cosas”.

- “Como nunca me gustó escribir recetarios de cocina pero alguien tiene que hacerlo, además, me he traído libros y películas de los clásicos para que me ilustren en el género, una vez me empape del tema empezaré a parir historias como churros” – miento otra vez, pero en esta ocasión se me nota y eso es por que ya estoy aburrida, si no te quedas a follar mejor lárgate.

- “Me alegro de que estés animada con este nuevo trabajo, ya sabes que si tienes algún problema no tienes mas que llamarme, aquí estas muy sola y demasiado apartada de todo, en serio cualquier cosa, ya sabes” – se acerca para darme un abrazo casi como el de un hermano y me da tiempo a oler su cuello, ya no es el mismo olor de antes y eso me deja fría.

- “No te preocupes, estaré bien, ya te iré contando como va mi aventura” – apoyada en el quicio de la puerta veo como se aleja hacia el coche, una vez allí se da la vuelta y me lanza un beso con la mano, yo hago el paripé de cogerlo y me río haciendo un gesto como de “vete ya, pesado”.


El coche hace ya rato que se fue, y yo sigo en la puerta, hasta este momento no me había dado cuenta de lo silencioso que se ha quedado todo una vez se han callado los pensamientos de mi cabeza, echo un último vistazo al paisaje y respiro profundamente, ya es hora de que ordene mis cosas y me instale en esta casa, traigo todo lo que necesito para un par de meses y la idea de estar desconectada de todo el mundo es algo que me llena de tranquilidad, si todo sale bien creo que me quedaré aquí algún tiempo mas, la ciudad ha llegado a cansarme y la gente también, aquí no tengo que dar explicaciones de lo que hago o lo que dejo de hacer con mi vida. Ahora entraré en casa, rellenaré mi copa y pensaré como demonios escribo historias que te pongan los pelos de punta.