martes, 17 de febrero de 2009

Relatos de miedo por capítulos: "El Encargo"
(para Román, por fan)

Capítulo III

A eso de la 13:00 me da por abrir los ojos, mi cuerpo y mi mente siguen pegados a las sábanas, creo que hacía tiempo que no dormía tan bien. Por supuesto ayer no escribí nada, pero no pienso sentirme culpable, digamos que fue un día para ponerme a punto. Cotillee todos los rincones de la casa, nada interesante, decidí colocar todos los utensilios de trabajo en el salón, en él hay un escritorio debajo de una ventana desde donde se ve todo el paisaje y por donde entra una luz tranquilizadora, eso me ayudará, además, el mueble bar está mas cerca. Guardé el resto de mis cosas en el dormitorio principal donde ahora me despierto, me costó un millón de estornudos quitarle el polvo a esta casa, me serví otra copa y si que es verdad que hice un intento. Encendí el ordenador y solo pude escribir “Capítulo I”, este trabajo me va a costar mas de lo que yo pensaba, desistí rabiosa, llevo varios años redactando todo tipo de encargos que nada tienen que ver conmigo y ahora que dispongo de cierta libertad creativa no soy capaz ni de escribir una frase. Aquello terminó con una borrachera terrible y empieza hoy con una resaca suave.
Ya en la cocina me preparo un café mientras pienso que es increíble la rapidez con la que me he aclimatado al medio. Debería sentirme extraña o incómoda al no encontrarme en casa, si, me digo, es increíble que no eches de menos el agujero de ratas donde vives, este pensamiento me arranca una carcajada y me deja un suave dolor en el pecho, ya me conozco esa sensación, es lo que tiene la resaca, siempre termino deprimida a la mañana siguiente. Intento frenar el imparable proceso victimista que consiste básicamente en compadecerme de mi misma replanteándome una y otra vez que es lo que estoy haciendo con mi vida. Miro a través de la ventana de la cocina el maravilloso paisaje que me rodea y ya solo falta la banda sonora lastimera para acompañar la voz en off que describe como una mujer de 30 años soltera y aún sin descendencia lucha por no terminar como su madre, sola y amargada. “Si, pero por lo menos ella tiene una hija”, ah, perfecto, señoras y señores con ustedes mi voz interior, una especie de pepito grillo que aparece en los momentos mas oportunos, “¿y qué quieres que yo le haga?, venga, ¿no iras en serio?, por que el rollito de cómo la vida puede ser así de injusta conmigo ya me lo conozco, creía que lo habías superado hace tiempo”, básicamente se dedica a eso, yo me deprimo y ella me recuerda que todo es culpa mía, “ No, que va, si te lo has montado muy bien, pregúntale a tu hígado a ver que se cuenta”, ey, me digo, déjalo ya, no voy a hacer el numerito de siempre, no voy a compadecerme de mi misma ni me voy a dar caña hasta que no pueda mas, voy a prepararme otro café cuando me termine el que me estoy tomando y a sentarme en ese escritorio para no parar de escribir, así que los lloriqueos de quinceañera y los sarcasmos de tres al cuarto ya se pueden ir dando una vuelta, no acabo de pensar esto casi a voz en grito cuando por el rabillo del ojo intuyo lo que parece ser una persona paseando por el jardín. Lo que mi retina retiene en un primer momento es la imagen de una mujer ataviada con un largo vestido blanco andando casi como si flotara y, antes de que pudiera fijarme bien y entendiera que se trataba de las sábanas que tendí ayer, un fuerte golpe me hace volver la cabeza al tiempo que suelto un “hostias, que susto”, el bote del café que estaba en la despensa y que yo juraría había colocado bien se encuentra abierto con todo su contenido desparramado en el suelo, una risa nerviosa sale de mi boca y me digo que esto es bueno, se crea a mi alrededor una atmósfera bastante terrorífica, yo, sola en medio de toda esta nada, prácticamente aislada y todos mis fantasmas asomando las narices, genial, es justo lo que necesito para crear ambiente, aunque sé que me enfriaré al llegar al portátil así que es momento de sacar la artillería pesada y tirar de referencias, mi amigo Isaac, gran admirador de toda mi persona, en un intento de ganarse puntos, me prestó toda su colección de películas y libros sobre el género, “si quieres aprender, hazlo de los grandes”, pobre, me enternece la manera con la que se entrega haciéndome ver que estaría dispuesto a todo con tal de que le quisiera, pero no es mi tipo, no si no tiene un IMPOSIBLE escrito en la frente. Me dispongo a adentrarme en el mundo del terror de la mano de los maestros.