miércoles, 13 de enero de 2010

Capítulo VIII

Llevo un rato sentada leyendo y releyendo las historias que supuestamente escribí ayer noche. La dosis de cafeína y nicotina que ingerí e inhale hace un rato me dieron la confianza suficiente para atreverme a hacerlo, realmente no sabía con lo que me iba a encontrar. Recreo imágenes de mi misma escribiendo sin parar, recuerdo las teclas, la pantalla, soy conciente del como pero no del que. El estilo es el mío pero leo las historias como si fuera la primera vez que lo hiciera preguntándome a cada rato “¿esto lo he escrito yo?”. Hay veces que uno está tan metido en una historia que al segundo siguiente de haber escrito una frase piensa que conscientemente no podría volver a hacerlo, pero esto es diferente, no es una frase, ni un párrafo, es todo. Identifico los personajes, obviamente están basados en gente que conozco, está Harry, mi madre, Henry, no con sus nombres ni con sus caras pero de alguna manera son ellos, leo también acerca de otro personaje que en un principio no reconozco, alguien torturado y oscuro, normalmente aparece con forma de mujer, otras veces es una especie de animal salvaje capaz de arrancarte la piel de un mordisco, la existencia de este personaje es únicamente para crear caos, es pura violencia, venganza, no tiene móvil ni razón para ser así, simplemente es, me horrorizo cuando me doy cuenta que está basado en mi, es todas las cosas que nunca me atrevía a ser, toda la rabia que nunca me atreví a demostrar, lo odio y me encanta a la vez, soy capaz de justificar todas sus malas acciones, claro que, estamos hablando de alguien que no existe. Me recuesto en el respaldo de mi silla y disfruto de una especie de satisfacción, aún existe una cierta frustración al pensar en el hecho de haber mandado todo este material sin haber sido consciente, sin embargo el ego se abre paso y me esboza una amplia sonrisa en la cara al tiempo que mi voz corona este momento con la frase “todo marcha”.
Capítulo VII

Empiezo a ser consciente de mi misma y me encuentro lidiando por salir de una especie de trance, de sueño profundo que me apalanca a la cama. Consigo abrir los ojos, la habitación está en calma, un color tostado en las paredes me anuncia el medio día. La lucha interna continua y trato de sacar a mi cuerpo de una sensación de “bajo el agua”, el sonido del teléfono me ayuda a salir a flote, es Harry, lo cojo casi por inercia sin saber todavía si podré mediar palabra, me cuesta un buen rato entender de lo que me está hablando.

- “Harry, espera, ummm, mas despacio, ni siquiera me he tomado un café, todavía sigo en la cama, joder no me acuerdo ni de como llegué aquí, debí haber estado horas escribiendo.”

- “Ah, mi Amy, sabía que podía confiar en ti, ya empezaba a pensar que había sido una mala idea el dejarte ahí sola, pero esta mañana cuando recibí el mail con las historias, que alivio, y mas cuando he empezado a leerlas, es de lo mejor que has escrito, francamente, creo que esto es lo tuyo.”

- “Pero Harry, no recuerdo haberte mandado nada… no, estoy segura de que no lo hice. Estuve escribiendo hasta las tantas y me fui a dormir, no se en que momento pude… como no te lo enviara sonámbula, mierda.”- Empiezo a ponerme un poco nerviosa, salgo por fin de aquella cama que me tenía atrapada y me doy cuenta que ni siquiera me desvestí para acostarme.

- “Oye, me da igual como me mandes los relatos mientras lo sigas haciendo, ahora solo falta que nos den el visto bueno y ver si no mentían en lo del dinero. Tal vez te haga una visita en un par de días a ver si te falta algo, no quiero que te distraigas con nada, tu quédate ahí el tiempo que necesites y no pares de escribir, joder, si esto sale bien… un momento, si, ahora mismo, te dejo que no se que mierdas pasa con la impresora, ¡dale caña que nos vamos a forrar!”

- “Entonces, ¿les has enviado los relatos a la productora?, ni siquiera me dio tiempo a revisarlos, ¿Harry?, ¿estas ahí?”

No me había dado cuenta en que momento me colgó, estaba absorta revisando el correo electrónico y comprobando que efectivamente las historias fueron enviadas, una sensación de impotencia que me empieza en los ojos y me termina en el estómago haciéndolo rugir me recuerda que es demasiado temprano para todo esto, mas si todavía no me he tomado ni un café para poder digerirlo.