viernes, 27 de marzo de 2009

Relatos de miedo por capítulos: "El Encargo"

Capítulo VI

Observo mis piernas desdibujadas bajo el agua, hago un recorrido por ellas hasta llegar a los dedos que sobresalen y se mueven como saludando, saco el aire por la nariz a modo de risa desganada. Debo llevar como una hora en la bañera o por lo menos eso dicen mis manos que están arrugadas como si fueran las de una vieja, me da igual, no pienso moverme de aquí aunque el agua se haya quedado ya helada. Por la pequeña ventana de la pared que esta justo a mi derecha entra la luz de un sol apagado de mediodía, mi mirada se ha desviado hacia allí catatónica, es precioso, todo es precioso en esta casa, me he tirado todo el día sin dirigirme la palabra en una especie de estado de shock disfrutando de cada rincón de esta estancia, supongo que en un intento de contrarrestar lo de ayer noche, procurando no acordarme demasiado, cada vez que mi mente me juega una mala pasada y repite alguna de las frases de aquella pesadilla o me coloca la imagen de esa señora que parecía ser mi madre me concentro en algún detalle de esta casa, en el baúl que hay en la habitación donde duermo, al que le da la luz haciendo que el color de la madera resalte y el barniz brilla espléndido, y la descripción de todo aquello se abre paso en mi mente desbancando las imágenes y sonidos de la pesadilla. En el porche de la casa, café en mano y cigarro en la otra, lloro, ahora si que no me importa recordar, es mas, me regodeo en ello, realizo de nuevo el ejercicio de victimismo pero esta vez con un nuevo sentimiento, estoy acojonada. He tenido millones de pesadillas antes que esta pero en ninguna me dio por echar a andar por toda la casa, fue tan real, y mi madre, bueno, ella ha salido en mas de un mal sueño pero su cara, sus palabras, era como si hubiera muerto y su fantasma se me apareciera para recordarme todo lo que hago mal y ahora no puedo evitar sentirme… aterrada, joder, maravillosamente muerta de miedo, no había caído, trataba de sentir eso mismo pero de la manera equivocada, a mi nunca me asustaron los espíritus o los fenómenos paranormales, a mi me da pavor la vida, el que las cosas se salgan de mi control, prometer y no poder cumplir, y ahora puedo ponerme a escribir basándome en ese miedo, bendita sea mi mente y sus malas pasadas. Salgo zumbando hacia mi portátil para ponerme al lió, sigue encendido desde ayer, ni siquiera me había atrevido a acercarme. Me siento delante con los dedos en las teclas, no me había fijado pero se ve que además de encender el ordenador titulé la página, “el reflejo” corona la hoja en blanco, me sudan las manos, está anocheciendo y la luz se va degradando haciendo que la pantalla sea lo único que hay en la sala, necesito una copa. Reúno los aperos necesarios para un cubata rápidamente en la cocina, ni siquiera me preocupo en encender las luces. Dispuesta ya a volver al escritorio cuando de repente una imagen me arranca una exhalación haciendo que mi mano pierda la sensibilidad y que el vaso se estrelle contra el suelo. Justo delante de mi hay una ventana, al lado de la mesa del ordenador, y detrás de esa ventana una silueta, alguien me mira con unos ojos huecos, alguien que se mueve lo que le deja el viento, como un árbol, como lo que realmente es, el pavor deja paso a la explicación, una serie de coincidencias que se juntan para crear una imagen, aquel árbol, mi reflejo en la ventana, las luces apagadas, el destello del mac, mi cuerpo se destensa poco a poco pero sin quitarle el ojo a aquel reflejo que se mueve al tiempo que yo, y el reflejo me mira con aquellos ojos vacíos conociéndome, si no fuera por que en mi cabeza empiezan a acumularse las primeras frases del relato me hubiera quedado allí para vigilar a aquella imagen que ahora hago desaparecer cuando enciendo las luces. Tengo que relajarme para controlar el pulso pues mis manos van casi solas galopando sobre las letras, aquello dura horas hasta que el cansancio puede conmigo y me rindo a mi cama.

martes, 17 de marzo de 2009

Relatos de miedo por capítulos: "El Encargo"


Capítulo V

Existe un espacio de tiempo que se me escapa de estar acostada en la cama profundamente dormida a caminar, como ahora me encuentro, por el pasillo del piso superior de la casa. Sumida en una especie de semiinconsciencia, bajo las escaleras casi como flotando, realmente no se si estoy dormida o despierta. Tengo la sensación de tener los ojos cerrados e ir soñando lo que va pasando. Una vez abajo, en el salón, tengo la necesidad de encender mi portátil, claro, estoy tan obsesionada con este trabajo que aún durmiendo no puedo dejar de intentar escribir. Creo que en este momento empiezo a recuperar la conciencia, y duele. La cabeza emite un pitido que me levanta una jaqueca terrible y mi estómago empieza a descomponerse en busca de la arcada. Apunto de caerme al suelo una voz me saca de mi estado, “Amy” repetidas veces cada vez mas fuerte. Y dentro de mi ensoñación parece lógico que esa sea la voz de mi madre que se me aparece saliendo de entre las sombras en camisón. Su aspecto está más envejecido y el gesto de su cara solloza mientras me habla.

- “¿Por qué Amy? ¿No te das cuenta? Estas a punto de perder”.

- “¿De perder qué, mama?.

- “Además, las sabanas están sin planchar”.

- “¿Qué?, mama, ¿qué haces aquí?”.

- “Luego no digas que no te lo advertí, te tengo tanto cariño”.

- “Mama, duerme conmigo esta noche, no quiero dormir sola, como cuando era pequeña”.

- “Tu no has sido pequeña nunca, ¡no has sido pequeña nunca!”.

Esto último me grita en la cabeza, intento llevarme las manos a los oídos pero me doy cuenta que no puedo moverme. Inicio una lucha titánica por despegarme del sitio mientras mi madre vuelve a las sombras moviendo la cabeza de un lado a otro, quisiera gritarla para que no lo hiciera pero tampoco puedo hablar. El pitido vuelve con más fuerza y justo cuando creo que me voy a volver loca empiezo a ver el techo sobre mi y a sentir la cama bajo mi espalda. De pronto un silencio casi vergonzoso salvo algún que otro grillo protagoniza la sala, y solo yo empapada en sudor, y el alivio de la conciencia de haber salido de una pesadilla. El que me encuentre mi portátil encendido cuando me levanto al día siguiente es un hecho al que no pienso darle importancia.
Relatos de miedo por capítulos: "El Encargo"


Capítulo IV

Una mas y lo dejo, ¿cuántas llevo ya?, madre mía, han pasado 6 horas, definitivamente me encuentro empachada. Ya está anocheciendo y la única luz en la casa es la de mi portátil. Me froto los ojos en un esfuerzo de aliviarles de todo el desgaste mezcla del humo resultante de dos cajetillas de tabaco y el destello artificial de la pantalla del mac. Me sirvo otra copilla, es hora de relajarse, el ejercicio ha terminado. Al principio me costó bastante centrarme, no paraba de tomar notas de todo lo que veía, pero la teoría es fácil, no necesito saber como escribir si no como llegar a sentir para escribir, me dejé llevar entonces, el problema es que dentro del genero se hayan millones de ellos, algunas resultaban bastante desagradables, “gore” que le llaman, otras eran hasta graciosas, o por lo menos pretendían serlo, en otras había tanto niñato que no sabías si horrorizarte por el susto en cuestión o por como es posible que esa quinceañera tenga tremendas tetas, aunque he de reconocer que no todo ha sido malo, había alguna bastante buena, pero lo único que consiguieron de mi fue admiración, nada de pulso acelerado, ni pupilas dilatadas, ni el sentido del oído mas agudizado por el temor a que el monstruo del armario venga a hacerme una visita, nada de miedo. Decido que ya está bien por hoy, el hecho de no sentir me agobia bastante, prefiero parar antes de empezar a pensar que estoy muerta por dentro, no puedo permitirme el lujo de frustrarme.
Es lo bueno que tiene retirarse a una casa en medio del campo, decides tomarte un descanso y la alternativa no es bajarte al bar de siempre donde el mismo borracho decadente te vomita las mismas historias sobre su etílica vida, o quedarme en casa, mi flamante apartamento de 2x2, a mirar el patio de vecinos al que da mi ventana mientras se escuchan una tras otra las sirenas de ambulancias y coches patrulla, si, es un interior pero tiene todos los inconvenientes de un piso exterior. Y en vez de todo eso me encuentro sentada en este porche, en una sillita encantadora apoyando mi copa en una mesa a juego igual de encantadora, respirando aire puro y deleitándome la vista con todo este paisaje que se reverencia ante mi, y pienso que no me importaría nada quedarme aquí, pasar de todo lo que tengo en la ciudad, que es prácticamente nada, y venirme junto a esta puesta de sol que se despide mientras unos tímidos pájaros le hacen los coros, no creo que pudiera existir nada que perturbe este momento, excepto…!joder! el móvil, pensaba que aquí no habría cobertura, y para colmo es mi madre, si no se lo cojo se volverá loca y llamará a Harry y el me llamará a mi hecho una fiera, no soporta que le haga sufrir, y entonces yo me volveré loca y esté retiro espiritual no servirá de una mierda, joder.

- “Hola mama” – me he bebido la copa de un trago antes de contestar.

- “Amy cariño, ¿se puede saber donde te has metido?” – ahora parece encantadora pero puede volverte loca, lo juro.

- “Mama, te dije que iba a estar fuera de la ciudad un par de meses, ¿te acuerdas que te hable de un trabajo serio, de la casa en el campo de Harry, que te alegraste un montón, que te pusiste a llorar como siempre…?, ¿Realmente no te acuerdas?” – mi madre tiene una memoria selectiva para algunas cosas, sobre todo para las mías.

- “Si hija, si que me acuerdo, lo que no sabía es que te irías tan pronto y menos sin despedirte de tu madre, que cuentas con todo el mundo menos conmigo, tu escondes algo, claro, así no te despides tu, sabes que con mirarte a los ojos me doy cuenta de cualquier cosa que te pase y ahora no se en que condiciones te has ido para allá, ¿estás sola o te has ido con alguien?, ay, te has ido con Henry, lo sabia, siempre me pareció buen chico, nunca debiste dejarle, te hacía tanto bien, un hombre normal, con un trabajo estable y una casa”- no se si colgar o tirar el móvil por el retrete, así sin descolgar.

- “No mama, Henry no ha venido conmigo, sabes que tiene su propia vida, además se ha echado novia y es muy feliz, solo somos amigos” – cuantas veces le voy a tener que repetir lo mismo.

- “¡Ay!, te has ido con ese otro, ese… ¿Cómo se llamaba ese chico?, nunca me acuerdo, de lo que si que me acuerdo es de los líos en los que te metía, era un delincuente y lo seguirá siendo y lo sabes, por eso nunca me lo presentaste, sabias que le miraría a los ojos y vería lo que tu no te atrevías a ver”. – lo que ella no sabe es que se refiere a Henry, su querido Henry, al final de nuestra relación las cosas se desmadraron un poco y empezamos a beber demasiado, armábamos unas juergas tremendas, mas de una vez terminamos en comisaría, nunca le dije a mama quien era, sabía lo mucho que le apreciaba y no quería que sufriera, para que luego diga que soy una desagradecida.

- “¡No mama!, por dios, dame un respiro, he venido sola ¿vale? Te lo dije por teléfono, te dije que Harry me había dejado la casa del lago y que me iba sola para escribir y alejarme de la ciudad que me está volviendo loca, eso es lo que necesito, un poco de paz, joder. Estoy haciendo las cosas bien por una vez en mi vida y vas tu y me sueltas toda esa mierda…” - vale, me acabo de pasar, ahora se pone a llorar, este tipo de cosas es justo lo que no necesito – “mama, lo siento, no llores vale, me he puesto un poco nerviosa eso es todo.”

- “Hija, por dios, ¿cómo puedes decir eso?, lo menos que quiero yo en este mundo es agobiarte, pero lo quieras o no soy tu madre y si no se de ti no me quedo tranquila, se que cuando hablamos no te cuento mas que problemas pero hazme saber de ti, por lo menos de vez en cuando, con todas esas chicas que las violan y las matan, me preocupo Amy, no te imaginas cuando me pongo a pensar si…”

- “Ay mama, no seas tremendista, estoy bien ¿vale?, de echo estoy mejor que nunca, aquí se está de lujo, me paso todo el día escribiendo y paseando por el campo” – miento a mi madre y es casi como si me mintiera a mi misma.

- “Como me alegra oír que estas ilusionada, te va a venir tan bien estar un tiempo fuera de la ciudad. Hay que ver Harry como se ha portado de bien, yo le aprecio mucho, por todo lo que ha hecho por ti”. – Ala, ya esta, todo el mundo contento.

- “Si, Harry siempre se porta bien, oye mama, en un par de semanas puede que baje a la ciudad, cuando lo haga te aviso y nos vemos ¿vale?”.

- “Me gustaría mucho verte y que me cuentes como es aquello, te prepararé un guiso de esos que te gustan que a saber como estas comiendo tu ahora que estas ahí alejada de todo”.

- “Pues como siempre, sabes que yo me cuido, no te preocupes, oye, te voy a ir dejando que quiero seguir escribiendo”.

- “Si, si, no quiero hacerte perder mas tiempo. Llámame mas a menudo anda, aunque sea para saber que sigues viva y cuídate ¿vale?, y no bebas mucho que nos conocemos, un beso hija”.

- “Un beso mama”.

- “¿Amy?”.

- “Queee”.

- “Sabes que te quiero”.

- “Si mama, ya lo se, yo también te quiero, adiós”.

- “Adiós hija”.


Siempre me quedo con esta sensación de culpa después de hablar con mi madre, en el fondo la entiendo, la única hija que tiene y no le ha dado mas que problemas, por eso es tan importante que me centre en esto, de alguna manera tengo que demostrar que solo he tenido un poco de mala suerte, se que en cuanto las cosas empiecen a ir bien y esté satisfecha con lo que hago se pasará la ansiedad y entonces ya no tendré que beber tanto para encontrarme bien conmigo misma y con el mundo y entonces, todos felices.