jueves, 24 de julio de 2008

In-somnio

CAPITULO I

Suena un despertador, un sonido horrible. Una mano sale de la oscuridad para apagarlo, es Clhoe. Retoza en la cama y bosteza. Por la persiana de su habitación entran pequeños haces de luz artificial. Le echa un vistazo al reloj, las 19:00, resopla, es hora de levantarse.
Una taza con agua da vueltas en el microondas mientras se ducha, el sonido de “Surrender” de los depeche mode sale del baño junto a la voz ronca de Clhoe. Unos pies mojados hacia la habitación, se desploma la toalla, unas bragas que suben por sus piernas, calcetines, el pantalón y lo demás que se intuye. Los pies ya calzados avanzan hacia el escritorio, se oye el sonido de una máquina que se enciende y la sintonía del sistema operativo, casi al tiempo el “clin” anunciando que el agua para el té está ya ardiendo.
Otra ojeada al reloj ya sentada frente al ordenador taza en mano y el cigarro humeante en la boca, las 19:45, hay tiempo. C:\ Documents and Settings\Propietario\Escritorio\relatoscortosdelfindelmundo\elhombresincabezaquenoparadehablar.

El hombre sin cabeza que no para de hablar

Crucé la esquina de la calle principal buscando algo, lo que fuera, tal vez un bar que quedará en pie, cada vez es mas difícil encontrar sitios nuevos donde quede cerveza y que esta no esté pasada de fecha o estropeada por la falta de refrigeración. Al cabo de unas calles atisbé lo que antes era una cafetería, costaba hacerse a la idea sobre todo teniendo en cuenta que toda la fachada estaba prácticamente sepultada entre escombros, pero era mejor que nada. Aparté de uno de los ventanales todo lo que se le había venido encima seguramente del edificio que estaba sobre ella, con suerte el cristal estará roto y podré entrar. Una vez dentro observo que no se conserva nada mal. Debía de ser uno de esos bares con encanto, una gran barra al fondo de la sala y varias columnas que adornan el resto del espacio ayudan a hacerme una idea de lo que un día fue, hay algunas mesas que todavía siguen en pie, las demás están tiradas en el piso o están rotas, una pena, son de mármol y el pie que las sujeta de un hierro muy pesado con forma de raíz, como si fuera un árbol. Sorprendentemente el grifo de cerveza está intacto y la bombona del gas para la presión no ha reventado, solo falta que el barril este lleno y será mi día de suerte. Definitivamente hoy me acompaña mi buena estrella, no solo hay cerveza incluso descubro un vaso donde servirla. Bromeo y me digo a mi misma, solo falta que se quede una mesa vacía, empiezo a reírme cuando un ruido me sobresalta, el contacto de una taza de café contra su respectivo plato me ha puesto los pelos de punta, miro a mi alrededor sin ver nada hasta que con un esfuerzo de visión y con la ayuda del único mechero aun con gas que me costó la vida encontrar vislumbro lo que parece ser una persona sentada en una de las mesas que aún queda en pie, está al lado derecho de la barra, en la pared que está detrás de el todavía cuelgan fotos de fotogramas de películas antiguas, su mano sujeta una cucharilla de café que da vueltas en la taza y con la otra hace aspavientos como si estuviera describiendo algo, me cuesta verle la cara, parece que tiene la cabeza agachada y solo veo el cuello de su camisa que asoma de la chaqueta de su traje. Me acerco un poco mas muy despacio, nunca se sabe, aunque parece tan ensimismado en su propia conversación que dudo se percate de mi presencia. En un momento su cuerpo se echa hacia atrás violentamente para apoyarse en el respaldo de su silla como si se riera y así lo hubiera echo si no fuera porque, para mi sorpresa, no tiene cabeza, eso he dicho, es solo un cuerpo que gesticula y habla sin parar cuya falta de testa le impide expresar toda conversación o expresión.




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